Crear un Jardín
Por más vueltas que se le dé, para hacer un jardín
en una casa que no le pertenece al paisajista, es imprescindible conocer
a sus habitantes. Aunque hay muchos profesionales que necesitan poner distancia,
el jardín debe hacerlo el sentimiento, porque si no es un flechazo
al corazón, entonces es un fracaso. |
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No
se trata de actuar como terapeuta, pero parece que no hay otro remedio.
Cuando somos convocados para un diseño que parte de cero, además
de conocer íntegramente a la casa, es necesario conocer íntegramente
a sus moradores. Distinto es cuando nos llaman para una reforma o una reparación:
no es vinculante un trabajo de esas características. Pero de esto
último hablaremos en otra oportunidad.
Antes
de apoyar el lápiz sobre el papel, es necesario visitar el lugar.
Recorrer los alrededores para comprender el entorno (hasta el entorno social),
nunca dejará de ser importante. Luego, todo el terreno destinado
a parque o jardín, tiene que estar estrategicamente recorrido. Hay
que pararse frente al ángulo visual abarcativo de cada ventana y
saber de inmediato a qué habitación pertence la ventana en
cuestión. |
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Es necesario entrar a la casa y hacer lo mismo que se hizo afuera pero
desde adentro. Ver desde el interior, cuánto abarca mirar por la
ventana e imaginar con qué se resuelve esa visión.
En éste punto ya deben haber pasado un par de horas con los propietarios,
si uno es medio simpatico. Se acerca un momento crucial para evaluar la
personalidad del propietario y es cuando todos nos sentamos alrededor de
la mesa a tomar algo para debatir qué es lo que se quiere. Los rasgos
personales de los que nos llamaron, flotan a partir de los pequeños
detalles. Una cocina chica puede indicar una familia muy unida; el orden
estricto en ese lugar, señala que sólo una persona se dedica
a ella. Un homenaje a esa persona, se hace logrando un arreglo primoroso
frente a esa ventana; probablemente, las variedades que más tiempo
florezcan en el año tienen que estar ahí.
Los salones amplios con ventanales que llegan al piso pueden producir contradicciones.
Es usual hallar una habitación de estas con luminosidad impecable
y dilatados espacios para la circulación, pero los sillones y sofás
vueltos hacia adentro, dándole las espaldas a los ventanales. Esto
da que pensar y para resolver la cuestión, es necesario consultar.
¿Qué se quiere? ¿Ver el jardin o la televisión?
¿La charla amena o la contemplación? Cualquiera de las cosas
que su gente quiera hacer es válida, pero para conocer la ruta,
estos datos hay que tenerlos. |
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No por nada es frecuente el tuteo y llamar por el nombre de pila a los
integrantes de la familia, por parte del paisajista. A veces es común
hablar con el hijo o hija que tiene una habitación para sí
mismo, para conocer qué le agradaría apreciar en el parque
cuando se levante. Si hay una piscina, seguramente será utilizada
por todos. Lograr el consenso implica conocer la opinión de cada
uno y darle el valor que merece para conformarlos.
Los diálogos que se sostienen antes de llegar a la conclusión
precisa, estrecha los vínculos. Ha sucedido, cómo no, que
no se encuentra la misma frecuencia y las cosas se complican. Lo que debe
hacerse en un caso así, es apartarse del proyecto. No hay casi excepciones
en esta cuestión: por regla general, el paisajista que no ha logrado
formalizar una cierta amistad con el propietario, acaba con problemas que
a veces son serios. Salen ganando todos cuando, advertida la señal
contraria, no se establecen relaciones contractuales que deben cumplirse
por obligación. |
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Es precisamente a través del diálogo frecuente y de pequeñas
y sencillas acciones, que se dibujan los perfiles para darse cuenta el
paisajista si está tratando con gente a la que podrá satisfacer,
conforme a su capacidad. Nada mas se tenga la seguridad de ésta
coyuntura, es cuando se puede largar con la sabiduría que uno acumula.
Antes de ello, es preferible no aportar demasiada ciencia, porque se puede
incurrir en el error de transmitir datos que utilizará otro. Y no
es que se trate de mezquino a quien tiene la suficiencia de mantenerse
íntegro; tampoco porque no lo merezca la familia que nos llamó,
sino porque si no hay trato, toda la información que uno buenamente
le pasó, de la misma manera ellos le pasarán al próximo
paisajista que consulten. Y en ese caso, siempre es mejor suponer que el
colega que nos suceda debería hacer el mismo trabajo de investigación
que nos costó semanas a nosotros.
Siendo que hay gente que no cambia el diseño de jardín jamás,
están aquellos que al renovar, giran absolutamente todo lo que hicieron.
Tanto uno como otro, no encargan un jardín con la intención
de modificarlos sustancialmente, por eso la primer intención es
mantenerlo tal como se lo creó. Por eso es una cuestión de
amor que excede al dinero y que para manejarlo con la prudencia que
merece, debe tenerse en permanente cuenta que es así.
Así que incorporar a la gente que nos lo encarga como una familia
amiga, no nos debe parecer descabellado, sino tan normal que decidir que
formará parte de nuestra vida, debe tener el mismo valor que le
damos al hecho de elegir a nuestros amigos cuando el momento llega. |
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¿Cómo
hacer para que reconozcan quién hizo ese jardín?
Los
sabios jardineros (pero los sabios de verdad), dicen que un
paisajista
corre el mismo riesgo que un pintor: su obra sólo es reconocida
luego de su muerte y aún así, habrá quienes jamás
se enteren quién lo hizo.
Y no hay quien discuta éste punto. ¿Qué marca puede
dejar un paisajista? Los estilos no son fácilmente reconocibles
entre el público mediocre y no buscamos ofender a nadie al utilizar
esta palabra. Todos podemos ser mediocres en jardinería; aún
los que creemos saber mucho sobre el tema. El paisajista no debería
planificar nada el día en que no se encuentra a sí mismo;
si el plano ya se lo aprobaron y está trabajando en la ejecución,
no debería ir a plantar el día que se halle mal. ¡Construir
un jardín es un arte y si el artista no goza de su mejor momento
se notará en el resultado final! |
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